In the Hospital.

Había llegado al Hospital, mi padre me había dado un tremendo entrenamiento que más parecía golpiza indiscriminada. Todo porque mi primo se había fugado de su entrenamiento para ir a ver a esa mujer barbara que solo sabía lanzar armas como loca.

—Maldito Neji, me vengaré por esto —dije sujetándome el hombro—. Creo que me lo fracture o algo, siento como si se me hubiera salido el brazo.

Esta vez mi padre si se había pasado, pensé que cuando mi primo Neji había sido aceptado como estudiante de mi padre, mis días de tortura interminable... es decir, de entrenamiento desmedido habían acabo. Pero no, una vez que Neji vio lo que era mi padre entrenando estudiantes, decidió empezar a salir más con esa amiga suya, a la que misteriosamente jamás había notado, desde que estaban en el jardín de niños.

—Joder con mi padre, esta vez se paso. Solo espero que me pongan el brazo donde lo tenía —yo solo lamentaba mi pobre brazo que me dolía como si me lo hubieran arrancado—. Cuando llegué a casa, me vengaré de Neji. Le podré un póster de Gay Sensei desnudo en su habitación...

Me senté en la recepción a esperar a que alguien se apiadara de mí y me llevara con algún médico. Sin embargo solo veía desfilar a los galenos, uno detrás de otro y ninguno de ellos, se fijaba en mi pobre brazo que casi se me salía del hombro.

-Creo que debería llamar a Hinata para decirle que estoy acá... —tomé el teléfono y llame a Hinata—. Hola Hinata, soy yo, Hanabi... rayos, es la contestadora.

Me encontraba dentro del hospital, suspire mientras recordaba como al llegar a casa y tras buscar a Hanabi, me encontré con que mi padre había sido algo severo con ella y que esta se encontraba con el hospital, recorrí este mismo hasta poder dar con ella, al encontrar el lugar, entre tímidamente, acercándome sigilosamente con las manos detrás de mi espalda, ladee la cabeza un poco para poder verla- Hanabi-chan, ¿t-te encuentras bien?, padre me ha contado lo que ha pasado, si que se excedió esta vez – suspire para luego comenzar a acariciar su cabeza levemente- Quiza llegando a casa pueda darte un pequeño masaje

Había terminado de vender mi chucherías en el Centro Comercial y de hacer unas interesantes amigas, le di el resultado de la evaluación de las tres chicas a la persona que me envió a esa misión y luego de eso, me dirigí al hospital. De tanto golpe que recibí, necesitaba saber si me habían hecho algún traumatismo o me habían atrofiado en cerebro.

—Enfermera, disculpe... -trataba de llamar alguna de las mujeres que iban cruzando, pero ninguna me hacia caso. Cuando al final divise a una chica que parecía estar atendiendo a una niña pequeña-. Disculpe señorita, donde puedo consultar con médico, necesito que me hagan un examen completo...

La chica de ojos blancos me miró extrañada, además, había una versión más pequeña de ella a su lado. Parecía estar muy golpeada, como si le hubieran dado una tunda. Pero conocía esos golpes, no eran cualquier tipo de golpes, eran moretones por entrenamiento.

Me acerqué a la niña y le puse la mano sobre su hombro.

-Aguanta niña, esto dolerá un poco pero te servirá mucho -le introduje una gran cantidad de Chakra a la pequeña, imaginaba que el dolor que sufría era muy grande, pero esto ayudaría a aumentar su capacidad de curación propia y la ayudaría a aguantar futuras golpizas parecidas.

De pronto vi como un sujeto mayor entraba en el hospital haciendo escándalo, trato de hablar con las enfermeras, pero estas igual que los médicos, parecían estar demasiado ocupadas.

—¿Por qué hay tanto movimiento, Hinata-neechan?

Pero ni siquiera mi Oneechan me pudo responder mi duda, ya que aquel sujeto extraño se acercó a mi hermana y la confundió con una enfermera.

—Ella no es enfermera y si lo fuera, sería solo mía... —Pero no pude acabar la frase, ya que aquel extraño anciano me puso la meno encima y luego empezó a expulsar Chakra hacia mi cuerpo—. ¡DUELE!

El dolor era insoportable, me estremecí más que cuando supe que Hinata Onee-sama casi muere por culpe de mi primo Neji. Pero luego de un rato, vi como mis heridas iban desapareciendo una a una.

—¿Es algún tipo de magia acaso?

Debía admitir que aquella pequeña de ojos blancos era una guerrera innata, había aguantado sin chistar todo ese flujo de Chakra directo, cuando a hombres del doble o triple de su edad, hasta llegaban a mojar sus pantalones del dolor que esto producía.

-Aguanta pequeña, si logras superar esto, verás como no deberás repetir otra venida al hospital, a menos que sea luego de una batalla a muerte.

Si en mis años de vida como Jinchukiri y entrenando con mi hermano, había aprendido algo, es a lograr salir airoso luego de verdaderas golpizas muele huesos. El Chakra lo era todo en este mundo.

-Tu dominio interno sobre el Chakra es asombroso para alguien de tu edad, jamás había conocido alguien con esta habilidad.

Podía aguantar el dolor, ya que sentía que mi cuerpo se estaba sanando gracias a esa técnica tan extraña. El flujo de Chakra constante no era problema, como una Hyuga, podía controlar mi flujo de Chakra interno, incluso podía enviar pequeña cantidades de Chakra hacia determinadas células de mi cuerpo.

Pero esto estaba a un nivel mucho más avanzado.

—Aguanta Hanabi —me lo repetía varias veces. Debes soportarlo.

Sentía que sino lograba distribuir rápidamente el Chakra que ingresaba a mi cuerpo, podría sufrir más que solo unos dolores. Estaba trabajando a un nivel mucho mayor del que alguna vez en mi corta vida lo hice, era agotador, pero debía aguantar.

Al menos las palabras de aliento de aquel extraño anciano me daban ánimos.

—Gracias, es que yo soy la mejor Hyuga del clan —sonreí al ver que mi salvador se quedó boquiabierto.